En el último año, la pandemia del Covid-19 ha ocasionado una crisis sanitaria sin precedentes en la historia mundial reciente, que ha golpeado las economías de los países y ha ampliado las brechas socioeconómicas en muchos de ellos -incluyendo al Perú-; lo que, a su vez, ha afectado el normal desarrollo de los mercados internacionales y la estabilidad de los sistemas financieros. Esta situación ha planteado enormes retos a los gobiernos, pero también a los supervisores financieros, que cumplen una función que muchas veces es difícil entender, pero que es esencial para superar la crisis y recuperar el rumbo de desarrollo económico.
El supervisor financiero cautela la estabilidad del sistema financiero. Con esa finalidad, requiere contar con autonomía y capacidad técnica para el cumplimiento efectivo y eficiente de este y otros mandatos que le han sido delegados.
Un sistema financiero, a través de la intermediación -capta depósitos del público y otorga créditos a las empresas y persona-, cumple un rol fundamental en el desarrollo económico de un país. Sin embargo, su naturaleza misma implica la existencia de ciertas externalidades, de potenciales comportamientos irracionales y de ciertos componentes de riesgo moral. Estos riesgos pueden generar crisis financieras y económicas muy costosas para la economía de un país, por lo que resulta necesario la presencia de un supervisor financiero fuerte y con poderes y autonomía suficientes para que el sistema financiero cumpla su rol de potenciar el desarrollo económico y bienestar de la sociedad.
Mandatos y autonomía
Considerando la naturaleza del sistema financiero y el rol que cumple en la economía de un país, resulta importante partir de una clara definición de los mandatos del supervisor financiero en los respectivos marcos legales y asegurarse que estos mandatos sean compatibles unos con otros.
Como se señaló, el mandato principal de un supervisor financiero es preservar la estabilidad del sistema financiero para proteger el interés de los depositantes. Otros mandatos complementarios, como cautelar la integridad financiera y la protección al consumidor -o más ampliamente de conducta de mercado de las empresas supervisadas- son compatibles con el mandato de estabilidad financiera. Incluso, algunos de ellos pueden ser entendidos como parte del mandato de preservar la estabilidad financiera, buscando con ello la legitimidad del sistema financiero frente a la sociedad, a través de una imagen de integridad y una adecuada conducta de cara al relacionamiento con sus clientes.
La inclusión financiera también puede ser incorporada a sus mandatos, sin que entre en conflicto con los elementos de la regulación prudencial necesarios para mantener una adecuada estabilidad del sistema financiero.
En cuanto a los poderes y herramientas que requiere un supervisor financiero, para un adecuado cumplimiento de sus mandatos, la autonomía en el ámbito funcional, así como en el económico y administrativo, es fundamental.
La autonomía le permite tener la suficiente independencia para la toma de decisiones, difíciles pero necesarias, de manera técnica y legal; y, además, contar con el recurso humano especializado, que es condición indispensable para poder cumplir sus funciones establecidas en el marco legal. Si dotamos a este recurso humano de una infraestructura y un gobierno interno adecuados, se logrará construir un marco regulatorio alineado a las mejores prácticas internacionales y adaptado a las condiciones y entorno de riesgo locales, así como un creíble y eficiente marco de supervisión que busca que los supervisados cumplan la ley.
Perspectivas
El mundo actual, caracterizado por una constante innovación tecnológica que genera continuos cambios y afectado por la pandemia del Covid-19, está planteando enormes retos a los supervisores financieros.
Una tarea primordial será evaluar la calidad de los activos en el marco de las facilidades y programas otorgados por el Estado y por el mismo supervisor. Será muy importante calibrar la velocidad del ajuste con la capacidad de absorción de los efectos de la pandemia de las empresas del sistema financiero. En ese contexto, será muy importante mantener una adecuada transparencia y sinceramiento del valor real de los activos de las entidades supervisadas, porque ello redituará una mejor capacidad de mantener un adecuado flujo crediticio, en un plazo más corto, que será muy necesario para la recuperación económica.
Asimismo, resulta igualmente importante fomentar el máximo esfuerzo posible de los accionistas de las instituciones financieras para capitalizarlas y mantenerlas con adecuados niveles de liquidez. Solo cuando la necesidad potencial de capital sobrepase la capacidad de las instituciones de fortalecer su capital, un apoyo acotado, temporal y con claros incentivos de parte del Estado, puede ser necesario. Un ejemplo es el apoyo recientemente anunciado por el Gobierno peruano a las entidades especializadas en microfinanzas.
Finalmente, también será importante priorizar la agenda reguladora para balancear adecuadamente las necesidades de reforzar la regulación prudencial en temas ya identificados con las necesidades de la coyuntura actual en el marco de la pandemia del Covid-19.
Por todo ello, es esencial que el supervisor financiero siga conduciéndose siempre de manera técnica, con criterios basados en la prudencia y responsabilidad por su rol de preservar la estabilidad financiera; y, con la necesaria autonomía para poder cumplir con este rol.