De acuerdo con el Censo Nacional Agropecuario (2012), la superficie agropecuaria en el Perú alcanza 38.7 millones de hectáreas (30% del territorio nacional) y cuenta con más de dos millones de productores agrícolas, la mayoría de los cuales son productores familiares altamente vulnerables a riesgos de origen hidrometeorológico (por ejemplo, sequías, heladas, inundaciones y friaje). Estos riesgos ocasionan pérdidas importantes al sector, principalmente a las unidades productivas con bajos niveles de tecnificación. El fenómeno de El Niño Costero de 2017, por ejemplo, provocó pérdidas estimadas en más de US$ 380 millones, monto equivalente a una disminución de 2% en la producción agrícola nacional.[1]
La evolución del mercado de seguros agrícolas en Perú se ha visto favorecido por el esfuerzo conjunto realizado entre el sector público y privado, a través de diversas iniciativas promovidas por el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) y el Fondo de Garantía para el Campo y del Seguro Agropecuario (Fogasa), contando con la asistencia técnica de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y la activa participación de la industria aseguradora. Para tal efecto, la Política Nacional Agraria, aprobada mediante Decreto Supremo Nº 002-2016-Minagri, establece como lineamiento del eje de política 5: financiamiento y seguro agrario, fortalecer y expandir los mercados de crédito y aseguramiento agrario para pequeños y medianos agricultores a nivel nacional. De esta forma, el seguro agrícola es considerado como instrumento de inclusión financiera, siendo parte de varias políticas nacionales. Además de la Política Nacional Agraria, está considerado en la Estrategia Nacional de Agricultura Familiar 2015-2021 y la Política Nacional de Inclusión Financiera 2019-2030.
El seguro agrícola permite al agricultor transferir a una empresa de seguros el riesgo de pérdida de su cosecha por riesgos climatológicos, biológicos y naturales. Por su parte, la empresa de seguros se obliga a indemnizar, dentro de los límites pactados, el daño producido al agricultor asegurado por la ocurrencia de un evento previsto en la póliza.
Riesgos que enfrenta la actividad agrícola

Actualmente, los tipos de seguros agrícolas que se ofrecen en el mercado peruano comprenden las siguientes modalidades:
- Seguro agrícola catastrófico para cultivos de básicos y frutales.
- Seguro agrícola de rendimiento para cultivos transitorios o permanentes.
- Seguro agrícola de daño directo para cultivos transitorios o permanentes.
- Seguro agrícola de plantaciones para cultivos permanentes.
Debido a la naturaleza impredecible y diversa de los riesgos que pueden afectar al agro en nuestro país y al elevado impacto en daños que puede ocasionar un desastre natural, ha sido necesaria la intervención del estado, así como en otras latitudes del mundo donde se ofrece este seguro, mediante financiamientos parciales o totales de los costos de aseguramiento. Para la campaña agrícola 2020-2021, a través del seguro agrícola catastrófico (SAC), se está otorgando cobertura a las 24 regiones del Perú, asegurando 2.3 millones de hectáreas y beneficiando a más de 950 mil pequeños productores dedicados a la agricultura familiar. A la fecha, se encuentran en proceso de desarrollo nuevas coberturas de seguros para los sectores agrícola, pecuario y forestal.
Modalidades de seguros en desarrollo para el sector agropecuario

El seguro agrícola catastrófico en el Perú
Desde el año 2008, cuando se implementó, el SAC se ha venido renovando de manera ininterrumpida en cada campaña agrícola. Considerando que este seguro es totalmente financiado por el estado, el cual asume el 100% de la prima del seguro, está dirigido a los productores que realizan la actividad agrícola como medio de subsistencia; es decir, se dedican, principalmente, a la siembra y cosecha de cultivos transitorios.
Previamente a cada campaña agrícola, el Midagri dispone de la partida correspondiente para la contratación del SAC que dará cobertura a los pequeños agricultores en condición de pobreza extrema. Con la opinión favorable del Consejo Directivo del Fogasa, se establece mediante resolución ministerial: i) los tipos de cultivos o producción asegurable; ii) las condiciones del seguro a financiar (límite de cobertura por hectárea, riesgos cubiertos, etc.); iii) las zonas o territorios geográficos de cobertura; iv) los criterios de elegibilidad de la población a ser asegurada; y, v) el financiamiento a ser aplicado para contratar el seguro, entre otros aspectos. Asimismo, se definen los criterios para la selección y contratación de las empresas de seguros que otorgarán la cobertura del SAC.
Evolución de la cobertura del seguro agrícola catastrófico

Fuente: Midagri 2020
El seguro agropecuario comercial: un reto asumido
En el año 2020, se aprobó el procedimiento para el otorgamiento del financiamiento, a través del Fogasa, hasta del 50% de la prima total del seguro agropecuario, a fin de poder destinar el presupuesto necesario para cofinanciar parte de la prima de los seguros comerciales dirigidos a actividades agrícolas y pecuarias, también manteniendo el foco de financiamiento en pequeños productores, considerando que posean hasta diez hectáreas en el caso de la actividad agrícola o una suma asegurada de 15 Unidades Impositivas Tributarias para actividades pecuarias. Con ello, se espera promover el desarrollo de los seguros agropecuarios comerciales, facilitando el acceso al crédito de los productores que podrán contar con una protección de seguro para evitar que un siniestro, debido a causas climatológicas u otras, pueda tener un alto impacto en su principal actividad económica y, por ende, genere morosidad en el pago del crédito, así como grandes pérdidas en su inversión.
En tal sentido, la principal diferencia entre el seguro agropecuario comercial respecto al SAC se encuentra en que el productor agropecuario debe solicitar la cobertura a la empresa de seguros, a través de una entidad financiera, que a su vez es la que otorgará financiamiento al productor, a fin de que pueda asumir el pago del 50% de la prima del seguro con cargo a los recursos del Fogasa.
De esa manera, el seguro agropecuario comercial contempla como suma asegurada el costo de producción o monto del préstamo al que accedan los productores con instituciones financieras, como cajas municipales, cajas rurales u otras, constituyéndose así en un instrumento para promover el crédito agropecuario, debido a que el riesgo de repago disminuye al tener un seguro que garantice el pago en caso el productor se vea afectado por un siniestro que impacte directamente en su producción.
Este año, el SAC cumple 13 años de vigencia brindando cobertura a miles de productores en cada campaña agrícola y logrando así alcanzar cada vez mayor relevancia. De esta forma, el seguro agropecuario constituye un claro ejemplo que el esfuerzo coordinado entre el sector público y privado contribuye al desarrollo de una importante actividad económica para el país, al otorgar la protección necesaria, evitando pérdidas que puedan afectar su continuidad.
[1] Banco Mundial (2017).