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Banca Abierta: un reto para la innovación en el sistema financiero

Conocido también como Open Banking, es un movimiento que tiene el potencial de transformar la manera en que se ofrecen y distribuyen los productos y servicios financieros.

Como parte de las actividades asociadas al 91° aniversario de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), se organizó el evento “Retos para la innovación en el sistema financiero”, el pasado 25 de mayo, que tuvo como expositor principal a Nuria Aliño, consultora del Grupo Banco Mundial. A continuación, presentamos una breve reseña de algunos temas tratados por la Sra. Aliño, a propósito de la Banca Abierta, conocida también por su denominación en inglés, Open Banking. El texto a continuación ha sido editado y resumido por los autores de este boletín.

Economía de las APIs

Vivimos en una economía digital en la que adquirimos, mediante canales virtuales, productos y servicios financieros, y en la que los modelos de negocio se encuentran en rápido cambio. Muchas de estas innovaciones son realizadas por empresas que se especializan en un solo producto y, posteriormente, integran más productos en sus ecosistemas. Aunque ello puede realizarse como un modelo de negocio individual, los casos más exitosos son aquellos que buscan integrarse con otros modelos de negocio ya existentes, lo que puede lograrse a través de las APIs (Application Programming Interface), que consisten en protocolos informáticos que permiten la comunicación entre dos sistemas de información. Así, por ejemplo, un e-commerce puede conectarse con una entidad financiera para ofrecer, en su propia plataforma, una tarjeta de crédito emitida por un banco, que le permita al cliente financiar sus compras o acceder a beneficios adicionales.

En distintos mercados alrededor del mundo, se observa una tendencia generalizada en las empresas a ofrecer y consumir APIs. Bajo un esquema tradicional, el cliente mantiene contacto con diferentes proveedores, lo que puede generar ineficiencias y fricciones con el usuario, como el tener que identificarse con cada uno ellos, a pesar de tratarse de una sola experiencia de compra. En una economía de APIs, se puede acceder a muchos productos y servicios en un ecosistema, con lo cual no solo se amplía la gama de productos a los cuales el cliente tiene acceso, sino también a los ofertantes, lo cual genera mayor competencia, que es beneficiosa para todos los participantes.

En el caso de los servicios financieros, los bancos se están adaptando a la economía de las APIs. Muchos de ellos han empezado a desarrollar APIs porque los gobiernos están regulando Open Banking con el objetivo de dar a los consumidores mayor control de sus datos y de sus productos financieros. La información que comparten los bancos puede ser tanto pública como privada. En el primer caso, se suele compartir información sobre la ubicación de sus cajeros automáticos o agencias, o las condiciones y costos de sus productos. Por el lado de la información privada, esta se relaciona directamente con datos de los clientes; por ejemplo, información transaccional o datos de identificación, siempre que el cliente haya otorgado su consentimiento. Hay otros bancos que desarrollan APIs más allá de lo que dice el regulador. Ven la oportunidad de innovar y de crear nuevos modelos de negocio a través de APIs, permitiéndoles colocar sus productos en ecosistemas distintos, creando oportunidades de ventas cruzadas y generando servicios de mayor valor añadido, gracias a sus alianzas con otros proveedores.

Open Banking y Open Finance

El término Open (abierto o abrir en inglés), en el contexto que estamos tratando, hace referencia a un movimiento que busca que diversas entidades, en particular bancos, pero también otras empresas, abran sus datos. El Open Banking, por ejemplo, es un movimiento que promueve que las instituciones financieras compartan con terceros autorizados información, de la propia institución o de sus clientes que hayan dado su consentimiento, a través de APIs. Un paso más nos lleva al Open Finance, en el que el alcance se extiende a otras entidades del sistema financiero (entendido en su concepto más amplio), incluyéndose compañías de seguros, fondos de pensiones e instituciones de inversión, entre otras. Finalmente, se tiene la Open Economy, en la que, por ejemplo, empresas de servicios públicos o entidades gubernamentales serían las que compartirían la información.

El movimiento Open se basa en un principio fundamental, y este es que el cliente es propietario de su información personal, por lo que debería ser libre de compartir esos datos con quien considere conveniente, si ello le ofrece beneficios. En ese sentido, las entidades financieras no deberían limitar dicha posibilidad al cliente.

El Open Banking, y por el momento en menor medida el Open Finance, son una tendencia global que ya ha sido adoptada en varios países, y en otros casos se encuentra en curso de implementación.

Sin embargo, no hay una única manera de adoptar Open Banking y existen diferentes esquemas, siendo algunas dimensiones relevantes si es o no obligatorio, y si se establecen o no estándares. Así pues, algunos países han optado por el Open Banking voluntario, mientras que otros países han determinado que sea obligatorio para todos o para las empresas grandes. Por otro lado, el regulador también puede imponer estándares; por ejemplo, para el desarrollo de la APIs, lo que podría facilitar las interacciones entre diferentes actores. En otros países, se ha permitido que sea la misma industria financiera quien determine, en consenso, sus estándares.

Nuevos modelos de negocio

El Open Banking y el Open Finance abren nuevas posibilidades a las instituciones financieras para el desarrollo de nuevos modelos de negocio. Un banco tradicional ofrece sus productos y los distribuye a través de sus canales: oficinas, sitio web u aplicación móvil. Sin embargo, existen modelos en los cuales quien desarrolla el producto y quien lo distribuye son distintos actores.

Así por ejemplo, en México, una importante entidad bancaria ofrece cuentas y tarjetas de crédito a los conductores de Uber a través de dicha aplicación, la cual le provee información sobre sus datos de identificación e ingresos, lo que facilita la evaluación crediticia.  En este caso, el producto financiero es ofrecido a través del canal de un tercero.

El modelo inverso también es posible y, en ese caso, el banco hace uso de sus canales para ofrecer los productos de terceros. Por ejemplo, el banco pone a disposición en su aplicativo móvil la opción de contratar seguros o adquirir productos de inversión como fondos mutuos, dentro del ámbito financiero; pero también productos no financieros, como por ejemplo viajes.

Un tercer modelo, cuya relevancia ha crecido en los últimos años, es conocido como Bank as a Service (BaaS). En estos casos, el banco no desarrolla el producto ni lo distribuye, sino que ofrece sus capacidades a otra empresa para que los explote. Así pues, cualquier marca puede ofrecer servicios financieros gracias a la infraestructura, tecnología y licencia bancaria provista por el banco; por ejemplo, el banco puede proveer el servicio de on-boarding (KYC), credit scoring, pagos a través de QR, tarjetas de débito y crédito, entre otros. En algunos países de la región, en incluso en el Perú, se observa que los bancos ofrecen estos servicios a través de sus APIs Marketplace (portal de desarrolladores).

Las FinTech cumplen un rol importante en estos nuevos modelos de negocio. Estas pueden ser habilitadores, proveyendo servicios especializados de asesoría a los bancos u otras entidades financieras que quieren abrirse y requieren apoyo en el desarrollo de APIs. Las FinTech son también consumidores de APIs, lo que les permite ofrecer servicios de valor añadido. Veamos, por ejemplo, el caso de los agregadores de cuentas. Estas empresas acceden a la información transaccional del cliente en distintas entidades bancarias y permiten que este visualice sus saldos y operaciones en una sola aplicación, pudiendo incluso, iniciar operaciones de pago, lo cual reduce la inconveniencia de utilizar varias aplicaciones por cada banco en el que mantenga una cuenta.

Conclusiones y reflexiones

El Open Banking tiene el potencial de transformar la manera en que tradicionalmente se ofrecen y distribuyen los productos y servicios financieros. Sin embargo, debemos ser conscientes de los riesgos que dicho esquema podría acarrear. A continuación, se listan los beneficios y desafíos más importantes relacionados al Open Banking, desde la perspectiva del usuario, el banco y las FinTech.

  • Usuario – beneficios: los usuarios tienen más alternativas para la adquisición de productos financieros y no financieros, incrementándose, a su vez, el acceso a estos productos a través de diferentes canales. Esto contribuye con la experiencia del usuario y genera ahorros de tiempo, al acceder a los productos de manera inmediata. Por otro lado, se debe resaltar que los sistemas abiertos se caracterizan por su transparencia.
  • Usuario – desafíos: la protección de datos es un aspecto relevante en los esquemas abiertos, tanto entidades financieras como los terceros, que reciben información de los clientes, deben desarrollar robustos sistemas de ciberseguridad para prevenir situaciones de fuga de datos o fraudes. Asimismo, se debe asegurar esquemas sólidos de protección de derechos del consumidor.
  • Banco – beneficios: los bancos están accediendo a nuevas fuentes de ingreso, sea a través de nuevos canales de distribución u ofreciendo sus capacidades e infraestructura al servicio de otras empresas. Asimismo, se encuentran en capacidad de ofrecer productos más personalizados a sus clientes, acceder a nuevos mercados y grupos de clientes, y desarrollar propuestas innovadoras.
  • Banco – desafíos: tanto los usuarios como las mismas entidades financieras están sujetas a fraudes si no cuentan con sistemas lo suficientemente robustos. Por otro lado, adoptar un esquema de Open Banking implica inversión en tecnología, desarrollo de plataformas y personal especializado.
  • FinTech – beneficios: por lo general, las FinTech se encuentran en una situación poco ventajosa al competir con entidades más grandes. Sin embargo, a través del Open Banking, pueden acceder a información e infraestructura provista por los bancos. Esto permite acelerar la formación de alianzas entre los nuevos participantes y las instituciones financieras tradicionales, generándose nuevas oportunidades de negocio y por tanto nuevos ingresos,
  • Fintech – desafíos: las FinTech, como consumidores de información, deben demostrar su capacidad de salvaguardarla, lo que implica el desarrollo de sistemas de ciberseguridad que impidan posibles filtraciones de datos de los clientes. En muchas jurisdicciones, tales consumidores deben ingresar a un registro que los califica para acceder a la información.

Si bien las perspectivas de los usuarios, los bancos y las FinTech fueron abordadas ampliamente, existe otro participante que cumple un rol fundamental: el regulador. Desde la perspectiva del regulador, surgen muchas incógnitas sobre cómo implementar Open Banking u Open Finance en sus países. Por ejemplo, ¿cuál debe ser el alcance, obligatorio o voluntario?, ¿qué tipo de instituciones ingresarán al Open Banking?, ¿quiénes tendrán acceso a la información?, ¿cómo se financiará la implementación, quienes deben invertir en infraestructura y el desarrollo de estándares?

Estas incógnitas, y otras más, buscaron ser respondidas en el panel de discusión posterior a la presentación de la Sra. Aliño, en la cual participaron como moderador, Alejandro Medina, superintendente adjunto de Riesgos de la SBS; y como panelistas, Ana María Prieto, directora del Sistema de Pagos del Banco de la República de Colombia; Carmela Gómez, Head of Open Banking de BBVA España; y Anabel Pérez, Presidente y CEO de Novopayments; a las que se sumó la expositora principal, la Sra. Aliño. Los detalles de los temas tratados en dicho panel serán presentados en un siguiente artículo.



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