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Riesgo operacional: su gestión en un contexto de cambios

La continuidad del negocio y los servicios provistos por terceros son aspectos claves.

El cambio es un motor fundamental para mantener vigentes y hacer competitivas a las organizaciones. La industria financiera peruana, consciente de ello, presenta un importante nivel de innovación. En un primer momento, las empresas del sistema financiero redefinieron sus procesos con el objetivo de digitalizar sus operaciones y lograr desarrollos ágiles de nuevos productos o servicios. Luego, con la llegada de la pandemia del Covid-19, este proceso, en lugar de interrumpirse, se aceleró debido al incremento de la demanda por servicios no presenciales (ver gráfico N°1).

Gráfico N°1
Operaciones del sistema financiero por canales de atención[1]
 

Los cambios, ya sean endógenos, exógenos, planificados o imprevistos, tienen impacto en los diversos componentes de la organización, entre ellos, el perfil de riesgos de las empresas, siendo el riesgo operacional uno de los más afectados. Llevar a cabo un proceso de manera diferente, o contratar a un proveedor para que ejecute un proceso que antes estaba a cargo de la empresa, son ejemplos de cómo los cambios tienen el potencial de modificar los riesgos operacionales, las exposiciones a dichos riesgos o los controles que previamente pudiesen haberse implementado para tratarlos.

Frente al entorno de cambios descrito, es necesario que los procesos de transformación tengan lugar en un marco de gestión de riesgos lo suficientemente robusto para asegurar un despliegue sano. Con esa finalidad, las organizaciones deben garantizar que el proceso de gestión del cambio sea completo, dotado de los recursos necesarios y adecuadamente articulado entre las tres líneas de defensa de la empresa (Basilea, 2021)[2]. Ello, asegurando que la evaluación de riesgos ante los cambios, particularmente los operacionales, se ejecute desde la etapa de decisión y planificación, hasta la implementación y el seguimiento, independientemente de si los proyectos asociados se gestionan a través de metodologías tradicionales o ágiles.

Continuidad del negocio y servicios de terceros

En tal coyuntura, la resiliencia -capacidad de responder, adaptarse y aprender de eventos disruptivos con el objetivo de minimizar su impacto en las operaciones críticas- juega un papel fundamental en las empresas. La pandemia del Covid-19 ha confirmado ello, siendo que las empresas con mejor gestión de la continuidad de sus negocios se encontraron mejor preparadas para responder y adaptarse al cambio, incluso lograron mejorar sus capacidades de trabajo remoto, sus procesos de comunicación y sus recursos de tecnologías de la información. No obstante, de acuerdo al Reporte de respuesta a la pandemia elaborado por el BCI[3], la pandemia sigue planteando más desafíos como la incertidumbre financiera, falta de motivación de personal y cambios en la demanda de los clientes, los cuales son retos vigentes para la resiliencia de las empresas.

Una de las actividades más relevantes que contribuyen a fortalecer la capacidad de respuesta del sistema financiero es el Programa de Ejercicios Sectoriales de Continuidad del Negocio. Dicho Programa, liderado por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), en coordinación con el Equipo de Trabajo de Continuidad del Negocio[4], se inició en el año 2012 (ver gráfico N°2) con el objetivo de mejorar la capacidad de respuesta del sistema financiero ante la ocurrencia de eventos de impacto sistémico.

En tal sentido, a la fecha se han ejecutado dos Ejercicios Sectoriales de Continuidad del Negocio (ESCN), uno en 2014 y otro en 2017, en los que se simuló el escenario de terremoto en la ciudad de Lima. Como resultado  de los ESCN, tanto las entidades financieras como la SBS,  han venido implementado planes de acción para atender las oportunidades de mejora identificadas para lograr una respuesta más efectiva a nivel sistémico. Actualmente, se viene planificando la ejecución del III ESCN, el que tendría lugar en el año 2022 y simulará, mediante un ejercicio de escritorio, un ciberataque sistémico para continuar con el esfuerzo de identificar  interdependencias entre los diversos actores del sistema financiero y fortaleciendo su resiliencia.

Gráfico N°2
Línea de tiempo del Programa de Ejercicios Sectoriales de Continuidad del Negocio
 

 

Otro aspecto relevante que trae consigo la transformación digital es la mayor dependencia de los servicios especializados provistos por terceros, lo cual puede generar eficiencias, flexibilidad, escalabilidad y propuestas de valor innovadoras; pero, también, plantea retos y riesgos, siendo uno de los principales el riesgo operacional. Los retos en torno a una mayor dependencia y complejidad de las relaciones con terceros, se encuentran presentes tanto para las entidades que deben entender, monitorear y asegurar una compleja cadena de suministros, como para los reguladores que deben supervisar efectivamente los riesgos de los servicios provistos por terceros, incluyendo aspectos transfronterizos, sistémicos y de concentración.

Por ello, la SBS actualizó la normativa asociada para ampliar su alcance, originalmente enfocada en la gestión de riesgos de servicios subcontratados, a todos aquellos servicios significativos provistos por terceros; es decir, cuya falla o indisponibilidad puede afectar ingresos, solvencia, continuidad operativa o reputación de la empresa. El cambio normativo establece requerimientos asociados al proceso de selección, contratación, gestión de riesgos y registro; además, define requerimientos específicos para los casos de subcontratación, servicios de tecnologías de la información, servicios de nube y servicio significativo de procesamiento de datos.

En resumen, el riesgo operacional, que incluye la gestión de la continuidad del negocio, de servicios provistos por terceros y de seguridad de la información –aspecto que amerita una discusión aparte-, es uno de los principales riesgos a considerar en un contexto de cambios planificados o imprevistos, por lo que su integración al proceso de transformación es vital para asegurar que los beneficios de la innovación no se vean opacados por la materialización de riesgos no controlados.


[1] Elaboración propia con información provista por la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc)

[3] https://www.thebci.org/resource/bci-coronavirus---a-pandemic-response-2020.html

[4] Conformado por representantes del Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco Central de Reserva del Perú, el Banco de la Nación, Asbanc, Apeseg y de las ETCAN.



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